La situación pandémica que estamos viviendo va a quedar grabada en nuestra memoria personal y en la colectiva durante mucho tiempo.
Lo que, a priori, ha supuesto una desgracia a nivel personal y profesional para muchas personas ha permitido poner en valor una palabra que cada vez se escucha más: resiliencia.
Comenzó a utilizarse en 1972 y tiene su origen en la resistencia de los materiales que se doblan, sin romperse, para recuperar su forma original. Como cantaba el Dúo Dinámico, “soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”. Este término nos ayuda, pues, a reivindicar el valor de nuestra vida.
En 2018, después de pasar por una crisis de ansiedad y una leve depresión que me mantuvieron varios meses enganchada a la terapia y los ansiolíticos, decidí darme la oportunidad de trabajar para vivir y no de vivir para trabajar.
Lo peor que me pasó fue lo mejor que me podía haber pasado. Me di la oportunidad y opté por buscar una vida más libre, en la que todo mi esfuerzo, conocimiento y habilidades estuvieran a mi servicio: al de mi negocio y al de mi vida.
“Emprender con 54 años, ¿estás loca?”, “¿Cómo vas a dejar un trabajo por el que tanto has luchado?”.
A veces ni las personas que más te quieren te comprenden…
Emprender a esa edad no es fácil. Pero tampoco creo que lo sea a los 25 o a los 40. Por eso, consciente de todo lo que dejaba atrás, sabiendo que la resiliencia sería mi mejor arma, decidí hacer caso a mi intuición.
¿Por qué emprender? ¿Por qué no buscar otro trabajo?
La respuesta es sencilla. Para mí emprender es una actitud que va ligada al hecho de venirse arriba cuando comienzas a hacer algo nuevo. Soy una apasionada de los retos, me gusta aprender y experimentar lo que supone adaptarse a los tiempos. Los trabajos por cuenta ajena que se ofrecen ahora mismo no encajan con lo que yo necesito. Además, no todas las empresas apuestan por el conocimiento o el talento, especialmente si tienes más de 45 años.
Empecé a diseñar un plan en el que poder aprovechar todo lo que sabía hacer y, así, aplicar mis conocimientos en nuevo trabajo. Yo quería cambiar de sector y la asistencia virtual me lo permitió. En el asistente virtual ha de primar la organización, la estrategia, la comunicación y la capacidad de adaptación; todas, habilidades que había ido desarrollando en el transcurso de mi vida profesional.
En 2020, poco antes de comenzar la pandemia y después de certificarme como asistente virtual, conseguí mi primer cliente.
Y con eso demostré que… ¡reinventarse es posible! Da igual la edad o el sector; lo importante es lo que se sabe y lo que se puede hacer con ello. Hoy en día, el mundo de Internet ofrece nuevas oportunidades laborales para las que sirven las habilidades de “antes”.
Por supuesto, hay profesiones muy nuevas, otras están aún por inventar, pero, en la mayoría de los casos, solo hay que aprender algo mínimo para, junto con todo lo que uno ya sabe, crear algo grande y mostrar al mundo su talento.
Para compartir estas ideas, creé un Congreso Virtual sobre Reinvención profesional en el mundo digital que siguieron más de 6 000 personas. Se celebró en septiembre de 2020 y sigo recogiendo los frutos. A nivel profesional ha sido muy enriquecedor; he conseguido experiencia, contactos, sinergias y colaboraciones, reconocimiento con el agradecimiento de los asistentes…; a nivel personal, además del orgullo de haberlo hecho, tengo un nuevo grupo de amigos esparcidos por el mundo que comparten un denominador común: quieren ser mejores y van a por ello.
¿Te parece una historia de éxito?
Para mí lo es.
Y aunque, como los juncos de la canción, me doble algunas veces, siempre recupero mi posición y mi centro. Desde ahí, sigo adelante.
Ser resiliente es tener la capacidad de sobreponerse a un contexto adverso.
Para los que bailamos Resistiré en fiestas con amigos antes de alborotarnos con ella en los balcones, el mercado laboral suponía, antes de la pandemia, un contexto muy adverso. Seguramente, lo será mucho más después. Emprender podría ser una luz al final del túnel: la oportunidad de reconciliarse con uno mismo y de olvidar las dudas sobre la valía profesional, que a veces ataca al estar sin trabajo a cierta edad.
Las principales características que distinguen a una persona que emprende de otra que no son el inconformismo y la acción. Una persona emprendedora es aquella que no se conforma con cualquier cosa; no se queda esperando que las cosas pasen, hace que pasen cosas; busca soluciones a los retos que la vida le pone, en lugar de vivir en la queja sin hacer nada.
Como ves, no son cosas extraordinarias, hay que decidirse a hacerlas; todo lo demás (la formación, las herramientas, las personas que te acompañarán en el camino…) se pueden encontrar. Confía en ti, estás en tu mejor momento, estás en el lugar adecuado. El momento es ahora y todo lo que tienes por delante es vida por vivir.
Ojalá este podcast sea el catalizador de tu emprendimiento y te permita alcanzar esa vida que deseas.
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