A Susanna Mancini le brillan los ojos cada vez que habla de sus hijos. Y ese brillo, que como decía Lola Flores “no se opera”, es el mismo que aparece cuando nos explica qué son la disciplina positiva, la crianza respetuosa y la maternidad consciente.
Se define a sí misma como trimadre, nómada, minimalista, PAS y antietiquetas; hace una reflexionada distinción entre la etiqueta social, que no aporta nada al individuo y sirve para encajonarlo, y la auto-etiqueta que ayuda a las personas a conocerse mejor.
La familia de cinco miembros, Susanna, su marido y sus tres hijos, viaja por el mundo (cuando el COVID se lo permite) aprendiendo de cuánto les rodea y de los nuevos lugares que descubren. Ella justifica esta decisión vital por un profundo deseo por las aventuras y el descubrimiento de nuevos lugares y la creencia de que el mundo es la mejor escuela. Para cumplir este sueño, hace un lustro compraron la autocaravana más grande que pudieron encontrar y se tomaron un año sabático familiar. De hecho, uno de sus hijos, aprendió a andar en un ferry entre Dinamarca y Noruega y dio sus primeros paseos “largos” en los países nórdicos.
La vertiente minimalista nace, en parte, del afán ecologista y nómada con el que viven: el espacio de su vehículo es ajustado y deben acomodarse a las limitaciones que tiene. Pero para Susanna no es un problema, sino, al contrario, una posibilidad de enseñar a sus hijos a vivir sin apego a las cosas materiales y a dejar espacio a lo “importante”. En este caso, los libros y los legos. Elementos, ambos, que les aseguran horas infinitas de aprendizaje y divertimento.
Y es que en esta familia son grandes consumidores de libros. Además de acudir regularmente a la biblioteca, leen mucho y lo hacen juntos. La pareja de adultos inició la costumbre de leerse en voz alta cuando, todavía de novios, se escapaban de fin de semana. La han mantenido a lo largo de los años y, ya se sabe que, los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Ahora también es el mayor quien lee a sus hermanos pequeños. Y, de vez en cuando, Susanna se ve sorprendida por un silencio sepulcral en la casa que suele indicar, al contrario de la creencia popular, que los tres niños están leyendo/mirando libros sentados en el sofá.
Nuestra invitada no esperaba que ser madre cambiaría su perspectiva vital de la manera en la que lo hizo. Meses antes de dar a luz, entre libros de maternidad, pensaba que a los cuatro meses su hijo iría a la guardería y se incorporaría a su puesto de trabajo. Nada más lejos de la realidad. Cuando llegó el momento, Susanna se escuchó a sí misma, pidió una excedencia para estar con su hijo y volvió, aunque lo hizo para cogerse otra baja por embarazo al poco tiempo. Otra excedencia y un embarazo después, se encontraba con un despido improcedente.
Una de las razones por las que Susanna emprende, como muchas mujeres en la actualidad, es el deseo de estar con sus hijos y, también, de poder conciliar en función de las necesidades de su familia. Aboga por maternidades y paternidades conscientes y responsables que críen a las generaciones del futuro basándose en el respeto al entorno, a los demás y a uno mismo.
Para ello, ha creado Equilibrio positivo, una escuela para familias en la que se imparten talleres siguiendo los principios de la disciplina positiva. Con este nombre hablamos de un concepto de crianza que pone el foco mucho más en los padres y en lo que estos transmiten que en el comportamiento de los hijos.
De hecho, Susanna confirma que la mayor revisión y cambio se tiene que producir en los padres, porque los niños interiorizan muchos aprendizajes a través de lo que ven y viven en casa.
En momentos de tensión, romper las dinámicas jerarquizadoras o de lucha de poder en las que tantos nos hemos criado, no es tarea fácil y, por eso, la recomendación de esta trimadre es intentar recuperar la conexión o, cuando menos, salir del momento de tensión para analizar lo ocurrido con el ánimo calmado. Esto permitirá ver la situación desde otra perspectiva y analizar las creencias que se esconden tras los comportamientos conflictivos.
No es casualidad que Susanna se interesara por la disciplina positiva, porque una de las claves de su vida es, justamente, el respeto por el entorno, por los demás y por sí misma. Con su escuela, pretende ayudar a los padres que comparten esta revolucionaria idea de que los niños son personas y se merecen el mismo respeto que se le presupone a un adulto.
Sus palabras están alineadas con sus valores y son muestra de los aires de cambio que desde hace años se perciben en las nuevas generaciones de padres, preocupados por dotar a sus hijos de las estrategias emocionales y del autoconocimiento suficientes para enfrentarse al mundo que está por venir. Un mundo en el que el error se convierte en una oportunidad de aprendizaje y, por tanto, en una posibilidad de mejora más que en un fracaso.
Susanna recupera esta idea cuando cuenta qué es para ella la increíble sensación de venirse arriba: “Es ese momento en el que tienes super claro dónde quieres llegar. LO TIENES, estás calmado y sabes cómo llegar ahí. Y vas a hacer todo para conseguirlo. Y si no, no pasa nada, porque habrás aprendido muchísimas cosas y te lo habrás pasado muy bien.”
Anat Lázaro
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