Naroa es inconformista, amante de lo simple, de la reinvención y nómada. De pequeña, compaginó sus estudios en la ikastola con la carrera de piano; hecho que, sin duda, le ayudó a convertirse en la mujer multidisciplinar, enérgica y con grandes dotes para la improvisación y la expresión que es hoy.
Cumpliendo las expectativas sociales, cursó en la Universidad Ingeniería Informática, estudios que la condujeron hacia su primer trabajo en una consultoría. Ese mundo, que ella define como “muy gris”, de portátil y tacones marcó el comienzo de su verdadera historia. Allí se dio cuenta de que no sentía vinculación emocional alguna con lo que hacía y que necesitaba una motivación diaria mayor para ir a trabajar.
Cuestionadora de verdades oficiales, la curiosidad y su deseo de encontrar un camino propio la impulsaron a viajar un verano a Tailandia para hacer sus primeros cursos de submarinismo. Allí, rodeada del poder de la naturaleza, el atractivo de una vida simple y rodeada de otros viajeros, se hizo mochilera de profesión.
Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Australia, Indonesia o Mozambique fueron algunos de los destinos que, al curtirla como persona, le permitieron apreciar la soledad, reencontrarse consigo misma y experimentar su anhelada sensación de felicidad. Allí descubrió que no necesitaba excesos para sentirse bien.
De sus aventuras, viajes y vida nómada, Naroa destaca la doble cara de la reinvención y del volver a empezar. Estar lejos nos pone en jaque, nos permite reinventarnos y elegir qué partes de nosotros mismos damos a conocer; a la vez, hacerlo demasiado a menudo nos debilita.
Rememora, emocionada, las veces que, como instructora de buceo, cogió con cariño a alguien de la mano, conectó con su esencia y pudo acompañarle en su evolución. Eso, sumado al poder de la vida en comunidad y a la posibilidad de conectar sinceramente con las personas, sentó las bases hacia su emprendimiento. “No hace falta estar sola para demostrarte nada. Todos necesitamos a alguien que nos dé un abrazo en un momento dado, que nos escuche y nos dé perspectiva cuando estamos perdidos”.
El marketing digital y su capacidad de aprender aquello que le gusta le dieron la posibilidad de desempolvar sus años como programadora y especializarse en la creación de páginas web. Sus ganas de vivir apasionadamente y las diferentes personas que se fueron cruzando en su camino alimentaron esa esencia de emprendedora que aún no había salido a la luz.
La montaña rusa de emociones que han supuesto sus viajes la llevaron a crear su proyecto “La Casa de la Web”. Un hogar cibernético donde ser una misma. Un punto de referencia y refugio donde las mujeres empresarias puedan plantar las raíces de su negocio y desarrollar una web sostenible.
Si hay algo que emociona a esta bilbaína es hablar de su hija. La maternidad, nos cuenta, le ha supuesto muchos aprendizajes, quizá el más importante de todos es el de ver en las cosas ordinarias, lo extraordinario. Y es que, de repente, tuvo que pararse a pensar todo lo que había hecho hasta aquel momento, a sentir y a encontrar la estabilidad. Hecho que le permitió definir su misión: acompañar y empoderar a mujeres emprendedoras de manera sostenible en una transición que va desde el nacimiento de la idea a la conversión en una web real. Para ello, sabe que cada paso cuenta y pretende que sus clientas aprendan del proceso y vivan en primera persona la experiencia de ser dueñas de sus contenidos.
Naroa lleva por bandera el aprendizaje que la vida le tenía reservado: “sentirse pequeña en mitad de la grandeza para volver a poner cada cosa en su sitio”. Es por ello que tiene una idea muy clara de lo que significa La Increíble Sensación de Venirse Arriba: “Ese momento en el que no hay ni peros ni límites. Cuando te das cuenta de que, verdaderamente, eres capaz de todo. Eres tú y no necesitas nada más”. Una definición que encaja perfectamente con su estilo de vida y su energía arrolladora.
Inma González
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